Siempre me pregunté ¿porque no hacer lo que realmente una tiene ganas? La situación era perfecta. El me citó en un bar para decirme que nuestra fugaz historia de un mes de vida, iba a terminar, porque ya tenía la ciudadanía de la cheicon de la lora y el pasaporte... a otro continente. Me lo dijo con cara de circunstancia: "Me voy". No lo iba a retener. Tampoco tenía sentido continuar algo que recien empezaba y ya terminaba, claramente era mejor que estar colgada mucho mas tiempo del que se merece para sufrir como una sssstupida.
Mejor... pensé para mi. Pero ya fue, le dije que estaba agradecida por ese tiempo que estuvimos juntos, que la pasara lindo (porque ¿que mas le iba a decir???? Aplaudo??? Salgo de la gran torta???) y terminé mi jugo de naranja natural exprimido sin hielo y junté mis petates para irme... y el señor super caballero me dijo que me llevaba a casa con su 504 destartalado. Insistió mucho ante mi negativa, igual yo presentía que algo estaba mal.
Me dejó en la puerta de casa y como toda mujer racional, estaba esperando que me diera el beso de despedida... que evidentemente no tenía ganas de darme. Entonces fue:
Chongo: bueno, fue un placer.
Eu: si, claro, fue un hermoso mes.
Chongo: disculpá no quería terminar así.
Eu: me imagino (entre muda y esperando un beso).
Chongo: bueno chau.
Eu: bueno, si, chau... ni te puedo dar un beso?
Chongo: prefiero que no. (Y clava la mirada mas alla del horizonte...)
Nooo, no lo podía creer, se iba y ni un beso! Que descarado! Ya la cosa se ponía violenta en mi interior, y en mi exterior también. Me bajé enarrrrdecida de esa bendita catramina, le cierro la puerta y lo miro como esperando, todavía llena de esas esperanzas eternas... y siento que me dice:
Chongo: Eeeeeeee!
Eu: (abro la puerta con mucho entusiasmo) Dime...
Chongo: No me golpees la puerta del auto, porfa!
Ahhhhhhhhhhh nooooooooooo, no no nuuuuuuuu. Y ahi me obligó... le puse una sonrisa de oreja a oreja, y apretando los dientes como una desaforada le cerré tan fuerte la puerta del auto que se la hice giratoria.
Respiré muy profundamente y entré como una lady al edificio. Con la adrenalina que me desbordaba por todos lados y con la satisfacción de haber hecho lo que correspondía. El cartero golpea dos veces... y yo también.