¿Tan chica la tengo que ella no se da cuenta si está dentro o afuera?
Noviembre de 2001:
Twin Towers recién caídas, tsunami Delaruista a la vuelta de la esquina y Racing campeón después de mil años.. pero yo estaba en otra cosa:
Todavía no había cumplido los 30 (snif) y tenía unos lindos encuentros con una “amiga”.. el plan era siempre el mismo: sábado a la noche, auto, ronda de bares irlandeses, mucha Samuel Smith, Newcastle y Pilsen Urquell.. y un viaje de regreso donde las cosas dentro del Corsa se ponían.. “ sinceramente hot” (Lulú dixit).
Habían sido tres o cuatro salidas y siempre habían quedado ahí.. hasta que un día, en la puerta de la casa, dijo una frase que a mis oídos sonó inesperadamente mágica y perfecta como una inédita canción de Los Beatles… “¿Queres subir? Mis viejos están de viaje” no necesité contestar.. lo hizo mi sonrisa que debe haber sido amplia, gigante y bobalicona…
Subimos, tenía un gran living con un hermoso sillón que invitaba a comenzar la noche ahí… y allí comenzó.. musicalizó ella y lo hizo bien: un brillante disco de Invisible que jamás había escuchado y que jamás volví a escuchar.. Voló su musculosa azul oscuro, voló mi remera blanca, la gravedad y un cierre bajo hicieron caer su mini, desabrochó ella un botón de mi jean, desabrochó el segundo y no tuvo paciencia para el tercero.. no importó, también cayó fácil.. ella me sacó una prenda mas, la ultima que quedaba pero yo no hice lo mismo.. la vi y me gustó así como estaba: con su ropa interior negra.. ella arrancó con lo típico, yo respondí agradecido, beso acá, caricia allá.. luego ella hizo algo que ninguna otra mujer repitió (conmigo, obvio) y yo hice algo que pocas veces volví a repetir..
Y así estaban las cosas… un gran momento.. repito.. un gran momento.. hasta que la alcé y encaré hacia su habitación: grave error.. no me pregunten porque.. no lo se, nunca lo sabré.. pero ahí dentro no había magia, todo me resultaba frío, distante.. su pieza limpia y austera de muebles carecía de la onda que tenía aquel maravilloso sillón.. el silencio allí contrastaba con el jazz fusion del living.. y la stratocaster del Flaco (el verdadero) mutó en una fría quietud que amplificó sonidos, haciendo aparecer en el silencio, ruidos que antes no estaban.. Para el momento en que nos arrojamos sobre la cama ninguno de los dos tenía ropa (había ido quedando en el camino) y comenzamos con el acto propiamente dicho: para mi placer, arrancó con mi posición favorita por aquellos días (no la de ahora aclaro): ella arriba y yo abajo..
Si.. ella arriba.. moviéndose, saltando encima mío, montando hermosa con el pelo salvaje para todos lados, con su manos sobre mi pecho.. saltando y ..Stop! Es que fue eso lo que sentí… “stop”… así, simplemente todo se cortó: .. iban apenas unos segundos de paraíso cuando ella saltó mas alto de lo aconsejable y el “amigo” se “escapó”… si.. se salió… ¿Qué? ¿Nunca les pasó?.. Con la diferencia que uds se frenan, la vuelven a colocar en su lugar y retoman la acción.. bueno, no! Acá nada de eso ocurrió.. aquí ella siguió saltando arriba mío, emitiendo gemidos y palabras como “Siiii!!” o “Me encanta!!” y a mi no solo no me “encantaba” sino que me dolía terriblemente que ella descargue su peso sobre mis partes doblando mi miembro para un lado y para el otro y rebotando sobre los testículos.. Por el amor de Dios! Los torturados por la Inquisición no deben haber sufrido tanto!!!
Me tomó un instante reaccionar.. pero lo hice: “se salió” le dije… frenó, hicimos lo que teníamos que hacer y retomamos.. 7 segundos.. 8 a lo sumo.. y se volvió a salir.. no entiendo porqué insistía en saltar tan alto.. cuando ocurrió por tercera vez forcé el cambio de posición hacia el viejo, querido, tradicional y seguro “misionero”.. pero ya era tarde.. los golpes, los ruidos, la contrariedad y un poco de fastidio hicieron que todo termine rápido y sin sabor. Habíamos arrancado muy alto y terminamos muy bajo.. y el cambio había sido muy abrupto.
Lo mas desconcertante de aquella situación era lo bien que ella parecía estar pasándolo mientras rebotaba en la nada misma.. les juro por mi vida, a ella la conocía muy bien y sus gemidos eran absolutamente sinceros.
En fin, esa es una de mis experiencias, me despido agradeciendo a las Tablitas por darme este espacio y sabiendo que la duda del comienzo seguirá acompañandome por el resto de mis días: ¿Tan chica la tengo que ella no se da cuenta si está dentro o afuera?
