Cuando una tiene novio nuevo de apoco, se empieza a conocer a todo su entorno. En este caso era turno de sus amigos. Temible momento porque los amigos son los más críticos a la hora de aprobar o no una mina. Imaginate como somos las mujeres entonces, pero este blog no está para eso.
Para que la cosa no sea tan intimista eligió juntarnos a todos en un bar de música de los 90s. Copado, pensé. Llegamos y la música estaba al palo, videos de fondo proyectados en una pared, y lleno de gente. Nos pusimos en la barra porque no cabía ni un alfiler. Habían llegado un par que en esos 5 minutos de charla me habían caído bárbaro. Se van para el baño y mi chico aprovecha y, pico de permiso, me pregunta si no me molesta quedarme sola unos minutos que va al baño. Obvio, tampoco soy de cristal. Piyá tranquilo que de acá no me muevo. Eso lo pensé, todavía no me da para locutarlo.
Ahí mismo le pedí al barman un trago, porque si pedía para todos no teníamos donde sentarnos. Cuando me dan el trago, me doy vuelta y se me viene encima un flaco que me dice: "Sabes que hace rato que te estoy mirando y no dejo de sorprenderme con tu sonrisa. Te tengo de algún lado, pero no sé... mmm... no sé de dónde".
Acto seguido vuelven los chicos con mi novio. Salta mi pichi que lo escucha por lo bajo y le dice: "Pará flaco... no te importa un carajo a vos! Te presento, ella es Lulú". Bué, se disculpó se puso colorado y 5 segundos LITERALES después se escucha: "Sabes que hace rato que te estoy mirando y no dejo de sorprenderme con tu sonrisa..."
La rubia que estaba codo a codo en la banqueta de al lado mío me mira al grito de "Ahhh este es un pelotudo". Se levantó y se fue.
A los lectores machos del blog: ¿dónde se consiguen esos cassettes? porque estoy buscando uno que diga: "Ahorrate las palabras, porque ustedes vienen mal de fábrica".