El carreteo

Que lindo que es garchar. Y ni hablar de hacer chanchadas. Y si encima el flaco que te tocó (en todo sentido) esta que se parte... cantas bingo! Pero siempre hay un pero. 

Estabamos en la cama. Ya habíamos intimado (ahora me hago la fina, vio?) y había confianza. Como la cama es un cuadrilátero, hay que aprovechar todos los rincones. Vuelta y vuelta cual pollo de rotisería y a comenzar a contar. Arrancamos desde el número 2 pasando por el 34 y llegando al preciado y bendito 69.

Esa cosa del Ying y el Yang, donde se forma una cadena circular de cuerpos, en busca de la felicidad. Nada mas gráfico. Mejor imposible. Después de un buen polvo, es la consagración, porque vos das placer y a su vez te dan placer. Están los que dan más, los que se frenan porque vos estás dando más placer y todo junto no se puede. El tema radica en cuándo y cómo arrancamos el 69.

Existe un tabú. Nadie dice: "Negrita, arrancamos con el 69, acomodate". Como sale, sale. Digamos que no es un tema a plantear. Bueno, yo estaba boca arriba y él andaba por mis piernas. Hasta que en un momento veo que viene carreteando. Rodilla a rodilla, como si fuera un paso a paso, se va acomodando hasta que tengo en primerísimo primer plano toooodo su paquete. Acá. Bien en la jeta. Cosa de que no pueda respirar. 

Esa masa de bolas, pelos, culo, carne... se me venía encima. 

El aparato reproductor-satisfactorio masculino, no es una obra de arte. El temita de venir carreteando cual aladelta hasta mis cejas, no es lo más fino que te pueda pasar. Y que te cuelgue no significa que podes jugar a embocar la moneda en la boca del sapo. Si queres este peluche, aprendé a meterla.