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Mejor... pensé para mi. Pero ya fue, le dije que estaba agradecida por ese tiempo que estuvimos juntos, que la pasara lindo (porque ¿que mas le iba a decir???? Aplaudo??? Salgo de la gran torta???) y terminé mi jugo de naranja natural exprimido sin hielo y junté mis petates para irme... y el señor super caballero me dijo que me llevaba a casa con su 504 destartalado. Insistió mucho ante mi negativa, igual yo presentía que algo estaba mal.
Me dejó en la puerta de casa y como toda mujer racional, estaba esperando que me diera el beso de despedida... que evidentemente no tenía ganas de darme. Entonces fue:
Chongo: bueno, fue un placer.
Eu: si, claro, fue un hermoso mes.
Chongo: disculpá no quería terminar así.
Eu: me imagino (entre muda y esperando un beso).
Chongo: bueno chau.
Eu: bueno, si, chau... ni te puedo dar un beso?
Chongo: prefiero que no. (Y clava la mirada mas alla del horizonte...)
Nooo, no lo podía creer, se iba y ni un beso! Que descarado! Ya la cosa se ponía violenta en mi interior, y en mi exterior también. Me bajé enarrrrdecida de esa bendita catramina, le cierro la puerta y lo miro como esperando, todavía llena de esas esperanzas eternas... y siento que me dice:
Chongo: Eeeeeeee!
Eu: (abro la puerta con mucho entusiasmo) Dime...
Chongo: No me golpees la puerta del auto, porfa!
Ahhhhhhhhhhh nooooooooooo, no no nuuuuuuuu. Y ahi me obligó... le puse una sonrisa de oreja a oreja, y apretando los dientes como una desaforada le cerré tan fuerte la puerta del auto que se la hice giratoria.
Respiré muy profundamente y entré como una lady al edificio. Con la adrenalina que me desbordaba por todos lados y con la satisfacción de haber hecho lo que correspondía. El cartero golpea dos veces... y yo también.